Vivir y estudiar en el colegio: la garantía del derecho a la educación en zonas rurales de Colombia

Cientos de niñas y niños han estrenado las 21 residencias escolares que construyó el Fondo de Financiamiento de la Infraestructura Educativa (FFIE), con una inversión de 20.731 millones de pesos, para garantizar el derecho a la educación en condiciones dignas para zonas rurales y de difícil acceso.

El despertador suena, se escuchan voces adultas de la familia: ¡Es hora de levantarse! Son las cinco de la mañana. En Cali, Ibagué y Barranquilla niños y jóvenes se estiran para combatir la pereza entre las sábanas de su cama. ¡Rápido, rápido! Deben apurarse a pesar de la modorra matutina para alcanzar a bañarse, vestirse y desayunar. Ya se escucha el pito de la ruta escolar. Otros se apuran en sus bicicletas, varios más caminan o corren con el morral. Es hora de ir a clases. 

Son las cinco de la mañana. En Guaviare, Olga, Zuly y Yosimara escuchan la alarma. La profesora grita: ¡Es hora de levantarse! Un calor húmedo las expulsa de la cama, dos de ellas durmieron juntas por necesidad. Anoche llovió y el colchón de la parte superior del camarote sufrió por las goteras. El viejo techo de madera y zinc tiene sus problemas. Hay fila en las duchas de las niñas. Una de las más pequeñas arrastra la toalla, tiene siete años. Suena la campana del desayuno, tienen 30 minutos para comer y para hacer aseo. Recogen sus cuadernos y cruzan la cancha que separa las habitaciones de la residencia escolar de los salones. Son las 7:00 a.m. Es hora de ir a clases.

¿Ha pensado cómo sería si tuviera que enviar a sus hijos o hijas a vivir en el colegio para que puedan estudiar? En Colombia, muchos niños y niñas habitan las residencias escolares, duermen en habitaciones cercanas a las aulas en las que de día toman clases; desayunan, almuerzan y cenan con los compañeros y los profesores con los que conviven.

Son más de 35.000 los menores que para recibir su educación viven y duermen en las más de 550 residencias escolares que hay en Colombia, según cifras del Ministerio de Educación Nacional a 2021. Esta es la estrategia que el Estado ha implementado en territorios donde la población es altamente dispersa y las condiciones de movilidad dificultan la llegada a las escuelas diariamente.

En esas veredas y corregimientos, algunos estudiantes tardan horas caminando, en moto, camioneta, bus o lancha para llegar de su casa al colegio; por lo que tienen no sólo que madrugar y andar cuando no hay luz del sol, sino que también se exponen a riesgos de las zonas y a las dificultades y costos de la gasolina que en esas tierras puede ser un lujo. Los padres no siempre pueden acompañarlos. Cuando llega la temporada de lluvias, todo se hace más difícil y parsimonioso; las carreteras se convierten en lodazales imposibles de atravesar y los cauces de los ríos crecen impetuosos. Como es fácil suponer, el transporte público es escaso o nulo.

“Yo estoy a siete horas de mi casa caminando y por el río, pues como una hora”, cuenta Olga, quien llegó al colegio y la residencia de Lagos del Dorado, en Miraflores (Guaviare), hace diez años desde el resguardo indígena que habita su familia. “Yo estoy a tres horas”, replica Zuly, quien junto a Yosimara llegaron cuando tenían cinco años, también desde sus resguardos indígenas. Ahora tienen 16 y 17 años.  

En la I.E. Las Damas, Sebastián Rodríguez, de undécimo grado, cuenta que vive en Caño Caribe (en Calamar, Guaviare) y agrega que, como él, sus compañeros viven a más de diez kilómetros del colegio: “La ruta escolar sale de Calamar a las seis de la mañana, para estar listos uno se debe levantar como a las 4:30 a.m. y si vive lejos, pues como a las 3:30 de la madrugada. Y si llueve, que eso es a toda hora aquí en la entrada de la Amazonía, pues fijo nos caemos en el barro en la carretera”. 

Las residencias escolares están ubicadas en 18 departamentos: Bolívar, Meta, Tolima, Amazonas, Arauca, Boyacá, Caquetá, Casanare, Cauca, Cesar, Guainía, Guaviare, Nariño, Putumayo, Risaralda, Vaupés, Vichada y La Guajira. Es decir, están en más de la mitad del país. 

“Entonces esta estrategia escolar lo que contribuye es a que ellos puedan continuar su trayectoria educativa formal. Está en camino un decreto para dar lineamientos sencillos para que los rectores y las Secretarías de Educación tengan unas líneas más claras”, explica Natalia Sánchez Martínez, subdirectora de Permanencia de Educación Básica del Ministerio de Educación Nacional, entidad responsable de las residencias escolares.

¿Cómo es una residencia? 

Hay bloques o grandes habitaciones colectivas, unas para niñas y otras para niños. Justo al lado están las alcobas de los ecónomos o profesores que cuidan a los residentes. Sí, los docentes también viven en las residencias. 

Usualmente la acomodación es en camarotes, para alojar al mayor número de niños y niñas posible. Además, cada estudiante tiene un armario o gaveta para guardar su ropa y objetos personales.  

En cada uno de los bloques de las residencias que construyó el Fondo de Financiamiento de la Infraestructura Educativa (FFIE) hay una zona de baterías sanitarias y duchas, y otra de lavaderos para que niños y niñas laven los uniformes y la ropa que utilizan diariamente. Allí mismo la extienden para secarla tendida sobre cuerdas. Las residencias o internados más viejos suelen tener los baños y lavaderos en una zona apartada de las habitaciones. 

Las normas de construcción de residencias escolares exigen que estos edificios sean seguros, cómodos y accesibles, que propicien un ambiente armónico, el bienestar y el desarrollo de los menores. Esto obliga a que haya una zona administrativa, cocina, comedor, biblioteca y área de primeros auxilios, entre otros espacios.  

Han pasado pocos minutos después de la una de la tarde, hora del almuerzo. En las residencias, niños y niñas deben comer para luego ir a lavar la ropa. A las 2 y 30 se disponen a hacer las tareas. A las 4 se bañan las niñas y a las 4: 30 los niños. A las 5 sirven la cena y a las 7:30 todos deben estar en el dormitorio, listos para recuperar energías. Los jueves -al menos en esta residencia- son diferentes: al final de la jornada hay “miniteca” para que bailen quienes quieran y, sólo ese día, las actividades terminan a las 8 de la noche.

¿Cuál es el estado de las residencias escolares? 

Muchos de los que anteriormente llamaban internados fueron construidos hace años e incluso décadas. Algunos fueron obra de comunidades religiosas que los edificaron adaptándose a las posibilidades arquitectónicas, de materiales e infraestructura de cada zona. El tiempo ha hecho mella y por eso algunas residencias ubicadas en edificios antiguos ya requieren mantenimiento y otras incluso funcionan en espacios que ya no deberían ser usados pues no cumplen con las condiciones de bienestar para los niños.  

Con los presupuestos asignados y las priorizaciones hechas por el Ministerio de Educación, el Fondo de Financiamiento de Infraestructura Educativa (FFIE) ha venido mejorando y construyendo edificaciones en Caquetá, Casanare, Guainía, Guaviare, Huila, Meta, Nariño, Putumayo y Santander, para modernizar las residencias con materiales mucho más resistentes, estructuras más sólidas que disminuyan los riesgos contra fenómenos climáticos y con áreas más cómodas.  

¿Quién cuida las residencias escolares? 

Habitualmente están dentro de los colegios o en terrenos vecinos y por ello su administración está a cargo de los directivos de la misma institución educativa y deben ofrecer a sus estudiantes alimentación, hospedaje, recreación y protección. 

Uno de los retos para los docentes y ecónomos que acompañan a los menores es la gestión del tiempo libre de forma creativa, de acuerdo con la edad y la experiencia de vida de cada uno de los menores y los escenarios cotidianos de la residencia. “Queremos garantizar un panorama educativo diferente, que hablemos de jornada escolar complementaria, que el estudiante termine su jornada escolar y pueda seguir fortaleciendo sus intereses. Por ejemplo, si a un estudiante le gusta la música, que tenga el espacio y los elementos para fomentar y fortalecer esas capacidades”, explica Sánchez Martínez del MEN. 

La dotación del material pedagógico, deportivo, de recreación y de habitación es responsabilidad de las entidades territoriales, del Ministerio de Educación y de otras instituciones. 

Actualmente, el Ministerio de Educación está adelantando el proceso para expedir el Decreto para regular el funcionamiento de las residencias escolares y brindar mejores condiciones a los residentes.  

El FFIE ha invertido hasta el momento 20.731 millones de pesos en la intervención física de 21 residencias escolares, doce de ellas en territorios PDET.