Hasta el momento, 120 instituciones educativas han recibido soluciones ambientalmente sostenibles como parte de la construcción y mejora de su infraestructura, y para responder a las necesidades básicas de los territorios más remotos y aislados de Colombia, donde no hay sistemas de tratamiento de agua y el servicio eléctrico es limitado o nulo.
Que en los colegios públicos exista educación ambiental es una cosa, y otra considerablemente distinta es que los colegios se desarrollen como instituciones sostenibles y amigables con el medio ambiente.
Esta última perspectiva implica realizar inversiones para transformar la infraestructura educativa, una tarea que el Ministerio de Educación viene llevando a cabo por medio del Fondo de Financiamiento de la Infraestructura Educativa (FFIE). Ejecutar proyectos de infraestructura es complejo por variables técnicas, contractuales, climáticas y del conflicto armado. A pesar de ello, se asumió el desafío de implementar sistemas sostenibles en los territorios más remotos y de difícil acceso del país.
Estos colegios deben funcionar de modo eficiente, de tal manera que los directores, coordinadores, profesores y personal de mantenimiento puedan cumplir con sus responsabilidades en el cuidado y sostenimiento de los equipos y materiales, con los presupuestos asignados.
¿Qué es la sostenibilidad?
La sostenibilidad ambiental se refiere al uso de sistemas de producción de energías y de tratamiento de aguas y residuos, con métodos amigables y responsables con la naturaleza, y que funcionan de manera autónoma.
Según el Instituto de Comunidades Sostenibles, una comunidad sostenible es aquella que es “económica, ambiental y socialmente sana y resiliente. Se enfrenta a los retos medioambientales mediante soluciones integradas, evitando enfoques fragmentados que muchas veces cumplen un objetivo a expensas de los otros. Además, adoptan una perspectiva a largo plazo, centrada especialmente en el presente y el futuro, sin pensar mucho más allá del próximo presupuesto o ciclo electoral”.
En proyectos de infraestructura educativa, la sostenibilidad ambiental no solo contribuye a disminuir el impacto de la contaminación de las construcciones y ayuda al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas; sino que también puede mejorar los procesos y aliviar costos financieros a mediano y largo plazo.
Los resultados sostenibles
120 sedes educativas ahora cuentan con sistemas sostenibles: 68 como parte de la construcción de nuevos colegios y 52 como mejoras de la infraestructura educativa ya existente.
En estos colegios fueron instalados 38 sistemas fotovoltaicos (energía solar), 28 sistemas de captación de aguas lluvias, 14 sistemas de potabilización de agua y 80 sistemas de tratamiento de aguas servidas, como láminas filtrantes, campos de infiltración, pozos sépticos y plantas de tratamiento de aguas residuales – PTAR.
Hasta la fecha, el departamento con más instituciones educativas intervenidas de manera sostenible ha sido Vaupés, en donde se instalaron sistemas en doce sedes; le siguen Atlántico con once y Magdalena con diez; Boyacá y Valle del Cauca con nueve cada uno; Antioquia con siete; Casanare con seis; Caquetá, Huila, La Guajira y Santander con cinco; Bogotá, Cesar, Chocó y Norte de Santander con cuatro; Cauca y Meta con tres; Bolívar, Cundinamarca, Guainía, Nariño, Putumayo y San Andrés con dos; y Amazonas y Córdoba con una institución beneficiada.
El impacto de infraestructura sostenible en la educación
Según expertos, América Latina y el Caribe es una región muy vulnerable frente a la emergencia climática y resulta más afectada por fenómenos meteorológicos extremos. Esta fragilidad se agrava con la presencia de una población caracterizada por elevados y crecientes índices de desigualdad, pobreza, migración y alta densidad urbana.
En este contexto, expertos como Martín Motta, ejecutivo principal de Infraestructura Social de la Gerencia de Desarrollo Social y Humano del Banco para el Desarrollo de América Latina – CAF, subraya que el sistema educativo se enfrenta a desafíos significativos para adecuar su infraestructura a esas condiciones del siglo XXI. Estas condiciones, marcadas por el cambio climático, una mayor diversidad de pensamiento y una dinámica política inestable, imponen la necesidad de adaptarse de manera intensiva.
El BID expone que “más del 40% de los estudiantes de tercer grado de la región asisten a escuelas con escaso acceso a agua y saneamiento y un tercio asiste a escuelas sin conexión a electricidad y teléfono… necesidades que presentan brechas de más de 30 puntos porcentuales entre los estudiantes más pobres y los más ricos”.
La ONU alerta que “una de cada cuatro escuelas primarias del mundo carece de servicios básicos como energía eléctrica, agua, saneamiento e instalaciones para lavarse las manos… Las regiones con menor acceso a instalaciones básicas son Asia central y meridional, África subsahariana y América Latina y el Caribe. La inversión y supervisión de las infraestructuras deben ser una prioridad regulatoria para evitar que las desigualdades sigan afianzándose”.
Por eso, las obras emprendidas por Colombia, a través del Fondo de Financiamiento de la Infraestructura Educativa – FFIE, representan un valioso y eficaz esfuerzo para impulsar los procesos de aprendizaje y el desarrollo psicomotor de niñas y niños. Estas acciones facilitan la asistencia tanto de docentes como de estudiantes a la escuela, asegurando un entorno donde se mantengan saludables y seguros, de acuerdo con las recomendaciones del BID y la ONU.
La sostenibilidad: un impulso al crecimiento económico
“Las estrategias innovadoras para lograr cero emisiones para 2050 podrían generar hasta 15 millones de empleos en América Latina y el Caribe para 2030”, de acuerdo con un informe del Banco Interamericano de Desarrollo – BID y la Organización Internacional del Trabajo – OIT.
En 2016, la ONU propuso enfocarse en la infraestructura como base del desarrollo sostenible, explicando que “los sistemas de infraestructura conectados en red constituyen la columna vertebral de la sociedad moderna, ya sean de energía, transporte, agua, gestión de residuos o comunicaciones digitales. Ningún sistema de infraestructura puede existir por sí solo. Las interdependencias entre los recursos, las instituciones y los conocimientos que integran un sistema de infraestructura reflejan que la infraestructura debe considerarse como un sistema interconectado: un «sistema de sistemas”.
“La sostenibilidad social implica un reconocimiento de los impactos y beneficios que puede tener un proyecto de infraestructura en la comunidad, especialmente en los sectores más vulnerables y en situación de pobreza”, escriben Pilar Cora y Andrea Leonelli para el BID.
En ese sentido, invertir e innovar en infraestructura educativa sostenible impulsa el desarrollo de todos los territorios y tiene un beneficio estructural para todas las comunidades y toda la sociedad. Con las acciones y los buenos resultados del Fondo de Financiamiento de la Infraestructura Educativa, Colombia está dando pasos para que las próximas generaciones tengan una economía y un país sostenible desde la educación.
Los invitamos a seguir conociendo con más detalle cómo está innovando y avanzando Colombia con sistemas sostenibles en su infraestructura educativa:
Especial completo: https://ffie.com.co/ infraestructura-educativa-sostenible