José Bacca es de Catatumbo. Hizo parte del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) en la región. Quizás es uno de los investigadores que más se ha adentrado en todos los municipios, por eso su mirada sobre el rol de la educación y la infraestructura educativa está llena de contexto territorial.
Hay que haber recorrido las carreteras destapadas, las trochas entre las montañas, los caños y el mismo río Catatumbo para entender lo que implica moverse por la zona
Las voces de quienes habitan los territorios y los piensan nos permiten entender con más precisión lo que significa la educación pública y la inversión en infraestructura educativa en cada zona.
Esta es la conversación con José Bacca, quien hizo parte del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) en Catatumbo. Quizás es uno de los investigadores que más se ha adentrado en todos los municipios, por eso su mirada sobre el rol de la educación y la infraestructura educativa está llena de contexto territorial.
Desde su experiencia con las comunidades del Catatumbo, especialmente de Tibú, ¿qué rol ha tenido la educación pública en la región?
La educación comenzó como una iniciativa de las mismas comunidades, de las veredas, de las Juntas de Acción Comunal. En la prelatura de Tibú en aquel entonces, hoy Diócesis de Tibú, monseñor Leonardo Gómez Serna impulsó la educación rural a través de un programa que ellos llamaron ‘Misioneros’, llegaron de varias partes del país a trabajar como docentes, incluso de manera voluntaria o con una bonificación pequeña.
Y estos maestros tenían una función, a parte de lo educativo, de liderazgo social en las comunidades. Muchos de esos profes luego entraron en la carrera docente o fueron pasando al sector público.
El Estado, el gobierno de esa época fue poco a poco llevando la educación a las veredas. Pero eso ha sido un proceso largo y de exigencia. De hecho, en el Paro del 87, en el Gran Paro del Nororiente y otros paros más adelante, una de las peticiones era el tema del nombramiento de docentes, la construcción y mejoramiento de las escuelas. Entonces, como educación pública, eso comenzó por allá en los años 80, 90.
¿Qué procesos han desarrollado las comunidades para acceder y mejorar la educación?
Las comunidades siempre han tomado esa iniciativa, han estado al frente de la educación de sus hijos e, incluso, en muchas veredas la gente pagaba a los docentes, hacían recolectas o ponían unas cuotas, mientras el municipio y el departamento hacían los nombramientos.
Incluso han exigido programas de educación para adultos, que se ha dado en varios momentos, porque recordemos que el Catatumbo históricamente ha sido una de las zonas que más ha tenido altos índices de analfabetismo.
¿Cuál ha sido la acción del Estado para garantizar la educación en la región?
Eso ha ido mejorando. Recordemos que todos los municipios del Catatumbo no tienen autonomía en el tema de educación, quien la maneja es la Secretaría Departamental. Entonces eso ha sido una lucha constante por garantizar esa educación y la permanencia de los docentes que, por todo el tema del conflicto, muchos han tenido que salir, han sido amenazados, desplazados, incluso han ocurrido asesinatos.
¿Qué panorama pintamos sobre la infraestructura educativa?
Las instituciones del Estado han hecho lo posible, pero se han quedado muy cortas en ese trabajo. Poco se ha invertido en infraestructura. Podríamos decir que actualmente ya no es una cuestión de docentes, ya no es cuestión de número de estudiantes, sino de una precaria infraestructura educativa.
Aunque se han hecho algunos mega colegios como el de La Gabarra, aún se sigue presentando el hacinamiento de los estudiantes. A la mayoría de los colegios les hacen falta salones, laboratorios de investigación, dotación y eso ha sido una realidad.
¿Qué proyecciones se tienen con los procesos anunciados como parte del Acuerdo de Paz y del actual gobierno?
En el marco del proceso de paz con las antiguas FARC-EP y con estos nuevos grupos que se están adelantando negociaciones, como el ELN, hay optimismo de que por fin la región goce de un excelente acceso y calidad de la educación.
Yo estuve participando en los prediálogos y en los diálogos vinculantes para la elaboración de este nuevo Plan de Desarrollo Nacional donde: una de las prioridades es la Universidad del Catatumbo, que ya está avanzando; dos, el tema del mejoramiento de la infraestructura o construir una nueva infraestructura educativa; tres, la legalización de muchas escuelas que tienen problema con la propiedad el terreno y los municipios poco han avanzado en eso; cuatro, el tema de la dotación que es muy precaria y, cinco, la resolución de los conflictos que se siguen presentando.
Uno de los ejes fundamentales de la reconciliación, de la construcción de paz es precisamente la educación pública, gratuita, de calidad, donde no se quede ni un niño ni una niña por estudiar. En los últimos años, con el tema migratorio venezolano, muchas de las escuelas y de los colegios han colapsado en la atención.
También se está exigiendo mejorar el Programa de Alimentación Escolar (PAE), para que de verdad llegue a todos los niños, las niñas y a los adolescentes y que deje de ser manejado por algunos sectores privados que solamente ven esto como un negocio. Se está pidiendo que este programa sea manejado por las mismas instituciones educativas, la asociación de padres de familia, que realmente beneficie y redunde en una mejor alimentación.