“La educación ha sido el único derecho fundamental que han tenido niños y niñas del Catatumbo”: Miguel Grijalba

Miguel Grijalba fue investigador de la Comisión de la Verdad en Catatumbo. Es filósofo. Ha hecho parte de proyectos pedagógicos en la región, con organizaciones sociales y de cooperación internacional. Nos da una mirada sobre la educación pública en la zona.

 

Las voces de quienes habitan los territorios y los piensan nos permiten entender con más precisión lo que significa la educación pública y la inversión en infraestructura educativa en cada zona.

Esta es la conversación con Miguel Grijalba, investigador de la Comisión de la Verdad en Catatumbo, quien además ha acompañado procesos pedagógicos en varias veredas de la zona.

¿Qué rol y peso ha tenido la educación pública en Catatumbo, especialmente en Tibú?

Ha sido el único derecho fundamental que han tenido los niños, niñas, adolescentes y jóvenes en esta región.

En Tibú, el municipio más grande del Catatumbo, está esa diferenciación urbana/rural. En la parte urbana hay presencia no solo de educación pública sino también de educación privada, que la han brindado las comunidades religiosas.

En la zona rural, ha sido la lucha eterna de las comunidades que han querido que la educación sea la posibilidad de la conversión económica, social y política de sus niños, niñas. Pero que lastimosamente se ha quedado corta por las pocas ofertas.

Lastimosamente las escuelas no solamente han sido para los niños y las niñas, también han sido lugares de resguardo, de refugio y de concentración de los grupos armados legales e ilegales en esta zona. Y algo mucho más fuerte ha sido el reclutamiento.

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Hablemos de infraestructura educativa. ¿Qué panorama pintamos al respecto?

En Tibú hay escuelas rurales que, podrían estar mejor, sí, pero tampoco las veo tan mal. Yo pienso que las comunidades, sobre todo las Juntas de Acción Comunal han hecho un esfuerzo muy interesante por hacer de la escuela un lugar comunitario.

La escuela no es únicamente el lugar donde los niños, niñas y adolescentes van a estudiar, sino es el lugar de encuentro de una comunidad; por eso ellos priorizan mucho el cuidado de las escuelas.

El tema va un poco más por otros derechos como el agua, las condiciones de salubridad que ya comienzan a ser distintas y a dificultarse; el acceso a internet que acompaña a la infraestructura educativa, también limitante por las condiciones geográficas y de orden público que no siempre dejan que llegue este derecho a la gente.

Algunos dicen que el conflicto armado no ha permitido que se mejoren las condiciones para el acceso a la educación y otros que por falta de condiciones de educación se ha alimentado al conflicto. ¿Qué piensa al respecto?

El conflicto armado no puede ser excusa para el acceso a la educación como un derecho. Siempre hay que invertir en educación, más allá de la presencia de los actores armados. Ha sido evidente que es posible hacerse, pero con limitantes. Hay que apostar porque sea una educación de calidad, pero sobre todo de presencia en estos territorios.

Las escuelas siguen siendo el lugar de los niños, las niñas, los adolescentes y los jóvenes. Por encima de cualquier dinámica del conflicto armado, la escuela tiene que seguir siendo el lugar seguro para ellos y ellas.

Los maestros argumentan que las condiciones de seguridad no les permiten quedarse en Catatumbo, pero aun así las niñas y niños se quedan en la zona.

Hay que apostar por los docentes que están presentes y por los jóvenes que han estudiado docencia que son del lugar y que tienen las capacidades para estar allí, que ya tomaron como una opción de vida quedarse.

Y hay que acompañarlos para mejorar esas condiciones, para cualificarlos, para que puedan tener arraigo en el lugar. ¿De qué sirve crear un nombramiento de planta de un docente que no se conecta con el contexto y que de una u otra manera termina saliendo de la zona?

Hemos sacado muchísimas excusas para no cualificar a los maestros, para no reconocerles los sueldos, la posibilidad de permanencia en el territorio, para poner de presente que allá no se puede cambiar y no se puede mejorar. Pero sí se puede.

¿Qué proyecciones se tienen con los procesos anunciados como parte del Acuerdo de Paz?

Yo pienso que ha habido un intento interesante de poner la educación en el centro del Acuerdo y eso se ve en lo que quieren hacer con los docentes del Catatumbo. Con esto de la Universidad del Catatumbo también se puede ver, además en las obras PDET, hay un número de iniciativas de mejoramiento de infraestructura de escuelas y alrededores.

Hay que evolucionar, no nos podemos quedar únicamente con la primaria, tenemos que pasar a la media, al bachillerato académico, técnico, incluso conectándolo con la educación superior a través del Sena y de una universidad. Tenemos que dar el paso porque yo siento que está fraccionado, llega hasta quinto y ahí tú decides: te haces mamá, te vas para la coca, sigues estudiando, pero te vas de la zona; es eso, ¿cuál es la continuidad que tienen nuestros niños, niñas, adolescentes y jóvenes en el tema educativo, para que ellos opten lo que quieran?