- #ColegiosParaLaTransformación La infraestructura educativa en Buenaventura se erige como un símbolo de inclusión, dignidad y resistencia, buscando superar barreras para brindar oportunidades educativas en áreas urbanas y rurales. Nuestro compromiso es materializar el derecho a la educación.
Quienes miran a Buenaventura desde las montañas y llanuras del interior de Colombia posiblemente tienen las imágenes de los barcos y contenedores del puerto, el principal del país y uno de los diez más grandes de Latinoamérica. Se emocionan al escuchar la música del Pacífico, la salsa choque, la marimba y los alabaos del pueblo afrodescendiente. Y no pueden evitar tensar el rostro al hablar de la corrupción, el narcotráfico, la delincuencia y los grupos armados de la zona.
Buenaventura nació como un territorio de resistencia y libertad ante la esclavitud de pueblos negros. Los primeros esclavos del África occidental llegaron a la zona en el siglo XVI (1500); para finales de los años 1600, varios grupos huyeron de las minas en las que estaban sometidos, hacia la zona del río Raposo, en lo que hoy en día es el área rural de Buenaventura.
“Los territorios rurales son mucho más antiguos que el casco urbano. Nuestros mayores, nuestros ancestros nos dejaron un territorio libre, un territorio donde se puede vivir, un territorio productivo, entonces la tarea de quienes estamos aquí es seguir haciendo ese ejercicio, pensando en el bienestar de la comunidad”, explica Wilber Valencia, representante legal del Consejo Comunitario de Raposo y quien hizo parte de las mesas de trabajo del Paro Cívico en Buenaventura.
Sin embargo, a pesar de los cientos de años de las comunidades de la zona, las cifras de desarrollo, bienestar y materialización de los derechos básicos siguen siendo inequitativas frente a otras regiones de Colombia.
El censo del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) muestra una disparidad en la cobertura de servicios públicos de Buenaventura frente al departamento: la electricidad llega al 90,8% de la población del Distrito, frente al 98,8% en el Valle del Cauca; el acueducto al 73,2% de la gente, comparado con el 95,4% departamental; en alcantarillado 61% equiparado con el 90,9%; en recolección de basuras 78,2% frente al 93,9%; en internet el 28% en contraste con el 56%.
La pobreza multidimensional en Buenaventura es del 41%, mientras que el promedio nacional está en 19,6%. En ese indicador hay una notable diferencia entre la cabecera (35,6%), y los centros poblados y el área rural dispersa (67,4%) de esta región costera. Las variables que más jalonan o deprimen esos datos son el trabajo informal, que es del 87,4% en la cabecera y del 94,2% en la zona rural, y el bajo logro educativo, que es del 43,2% en la cabecera y del 72,4% en la zona rural.
A esto se suma que la violencia del conflicto armado ha dejado 224.562 víctimas, según el Registro Único de Víctimas (RUV), es decir, el 86% de la población de Buenaventura. De ellas, alrededor de 37 mil son niñas, niños y adolescentes hacen parte del sistema educativo, que también atiende a 752 menores desvinculados de grupos armados.
“Si hay escuela en los territorios rurales, pues la gente permanece. Si no hay escuela, la gente migra a otras ciudades del país y no vemos los frutos que estamos viendo hoy. En la medida en que sigamos fortaleciendo nuestras aulas educativas, los procesos académicos, vamos a avanzar en estos territorios”, reflexiona Valencia.
La opinión de este líder social coincide con las investigaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), quienes de forma reiterada hacen un llamado a los países a cuidar el presupuesto que destinan para educación, tanto en gasto como en inversión.
“Una buena infraestructura escolar, con espacios renovados, posibilita que niños y jóvenes que viven en sitios remotos puedan estudiar y, además, tiende a mejorar la asistencia e interés de los estudiantes y maestros por el aprendizaje. Por esta misma razón, las inversiones en infraestructura escolar tienen un papel fundamental para solucionar el problema del acceso de los estudiantes al sistema escolar y para mejorar su rendimiento”, explica el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF) en sus publicaciones.
El Fondo para el Financiamiento de la Infraestructura Educativa (FFIE) desarrolla 48 obras para construir 12 nuevos colegios y mejorar otras 36 sedes educativas, con una inversión total de 61.751 millones de pesos que beneficiarán a más de 23 mil niñas, niños, adolescentes y jóvenes de la Buenaventura urbana y rural.
Esta inversión que realiza el Estado colombiano, por medio del FFIE, significa uno de los mayores esfuerzos económicos y de política pública para reducir las brechas sociales en los territorios y las comunidades, y para concretar -de manera digna- el derecho a la educación para miles de bonaverenses y para futuras generaciones de este Distrito del Pacífico colombiano.
🥳¡Buenaventura, hoy celebramos contigo!
🏫En la ribera del río Raposo entregamos la sede Calle Honda de la I.E. Jaime Roock, fruto de la colaboración con @Mineducacion y @BturaDE.
¡800 metros cuadrados de oportunidades para 120 estudiantes!👉https://t.co/rWGafmwcm7 pic.twitter.com/ouHNOvGshz
— FFIE (@FondoFFIE) November 22, 2023